HUELVA, 31 DE OCTUBRE 2024.
Pintan bastos. La situación profesional de Gª Ortiz es mala. Susceptible de empeorar. El Supremo le envía dos recados. El primero, que busque abogado. El segundo, que la OCU se personará en la sede a fin de arramblar cuanto dispositivo o documento tenga relación con el delito de revelación de secretos. Todavía nada se ha visto. Se verá. La desvergüenza de este señor fiscal es absoluta. El colectivo de fiscales no merece tal sonrojo público.
Todo un garrote vil contra un fiscal revelador de secretos. Cree el despreciable que los oros de Sánchez, las copas de Bolaños o las espadas de Robles superarán la amenaza judicial que se cierne sobre el gobierno. Con todo, nadie dimite. Cómo se va a ir el imputado con lo que goza la esposa del presidente como primera dama. Él y ella meten en la baraja el dos de bastos para sacar el as de oros. Sencilla alegoría de su vocación de meter los dedos en bolsillo ajeno.
NOTA. Ya lo refería el gran Américo Castro en su estudio sobre “El buscón”. La simbología del naipe de bastos conduce a la cruz y a la horca. Depende de cómo se pinte la carta. En cualquier caso, el ínclito Quevedo se decanta por el erotismo implacable. Ese dos de bastos canjeable por un as de oros implica un marido consentidor que se beneficia vendiendo los favores de su esposa. Desprender a Ortiz de Sánchez será difícil dado el concubinato político entre ambos títeres…
…Y COROLARIO. Queda por acreditar que Ortiz ha vulnerado, valiéndose de la superioridad de su cargo, el derecho a la intimidad de una persona, por ser la pareja -he ahí el quid- de la enemiga número 1 de la banda psoecialista.
RECORDATORIO. Del Buscón don Pablos (“Hijo, esto de ser ladrón no es arte mecánica sino liberal (…) -Quien no hurta en el mundo, no vive”) al Buscón don Pedros (“Yo no miento, cambio de opinión”).
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