“EL DESAFÍO”

En situaciones de alta presión, mantenía la calma, cualidad esencial para manejar el estrés y superar desafíos complejos.

HUELVA, 2 DE ABRIL 2025.

El pasado viernes fue la final del programa de A3, “El Desafío”, en su 5ª edición. La victoria fue para Gotzon Mastuliz, nacido en Gestxo (Vizcaya), de 36 años, aventurero, influencer y modelo.

No he sido un asiduo espectador del programa (Carmen, si). Pero los viernes que lo veía, disfrutaba con la notable capacidad de Gotzón para adaptarse a diferentes tipos de pruebas.

En situaciones de alta presión, mantenía la calma, cualidad esencial para manejar el estrés y superar desafíos complejos.

Tenía facilidad para recuperarse rápidamente de los contratiempos, donde otros sucumbían ante la tensión.

No sé si lo has visto, pero creo que una de las claves de su éxito ha estado en su disposición para enfrentar cada reto con determinación y entusiasmo (no le faltó nunca la sonrisa).

Esta actitud no sólo le permitió superar obstáculos, sino también ganarse el respeto del jurado y la audiencia.

CADA VICTORIA PERSONAL VALE MÁS QUE CUALQUIER PREMIO

Conclusión: La victoria de Gotzon Mantuliz no sólo es un testimonio de su notable capacidad física y mental, sino también de su elevada inteligencia emocional (capacidad de comprender y manejar las propias emociones y la de los demás).

Su habilidad para superar los desafíos, hacen de él un modelo a seguir en los distintos ámbitos de nuestra vida.

Si introducimos un símil o comparación entre el “El Desafío” y la Vida, ésta es como el programa, pero sin ensayos, sin red de seguridad, y con un guión que se escribe sobre la marcha.

En Televisión, en cambio, los concursantes se enfrentan a pruebas extremas, con preparación y apoyo, sabiendo que, al final, lo que está en juego es un premio.

En la Vida, los retos llegan sin avisar, sin tiempo para entrenar y con la única recompensa de aprender, resistir y seguir adelante.

En ”El Desafío”, hay cronómetros, jurado y aplausos.

En la Vida, el reloj avanza sin pausa, los jueces son las circunstancias y los aplausos son escasos.

Pero cada victoria personal vale más que cualquier premio. ¿A qué si…?. ¡BUENOS DÍAS!