LA ESCALERA Y EL AGUA
- Pedro Rodríguez

- 10 sept
- 2 Min. de lectura
HUELVA, 10 DE SEPTIEMBRE 2025.

Dos sencillas palabras que, sin embargo, encierran una historia de fe, de entrega callada y de servicio humilde. En el traslado de la Virgen de la Cinta, el día 8, desde el Conquero hasta la Catedral, iban dos hermanos anónimos entre la multitud que no llevaban vara, ni cargos de relevancia.
Caminaban discretos, al margen de los focos, pero siempre cerca del paso, con la medalla de la Virgen colgada en el pecho. José Cárdenas, cargaba con una escalera de seis peldaños (imagen). Parece poco, pero es todo.
Porque cuando hay que subir al paso para ajustar un faldón, recolocar unas flores o resolver cualquier imprevisto, ahí está él, preparado para hacerlo. Con su escalera al hombro y su disponibilidad sin reservas. Fiel, silencioso y eficaz.
Nadie lo aplaude, pero todos saben que sin él, muchas cosas serían imposibles. Antonio Fernández, lleva agua. Una garrafa de platico con el tapón rojo (imagen) que puede parecer poca cosa, pero que, en la bajada desde el Conquero, sabía a gloria para los costaleros Ellos, que sudan y se dejan la vida bajo las trabajaderas, encuentran en ese gesto sencillo el alivio y la fuerza para seguir caminando. El agua que ofrece es consuelo, cuidado y cariño hecho servicio.
PONEN LO PEQUEÑO AL SERVICIO DE LO GRANDE
Pepe y Antonio, son dos hermanos de la Cinta, sin nombre en los carteles ni sitio preferente en el cortejo. Dos figuras escondidas en la grandeza de la procesión. Dos hombres que encarnan el Evangelio del servicio: dar sin esperar nada, estar cuando se les necesita, poner lo pequeño al servicio de lo más grande.
Por eso hoy quiero dedicarles a quienes no salen en los periódicos estas 40 líneas del BD:
A ti, José Cárdenas, hermano de la escalera. A ti, Antonio Fernandez, hermano del agua. Gracias por vuestra fidelidad callada. Gracias por enseñarnos que la Virgen de la Cinta y Patrona de Huelva también se honra en los gestos más sencillos. Gracias por recordarnos que lo imprescindible no siempre sube al paso ni camina bajo él, sino que se mueve discretamente a su alrededor.
Vosotros sois el ejemplo de que en la procesión caben todos: los que rezan, los que cargan el paso, los que miran, los que cantan, los que acompañan con las varas y también los que, en silencio, hacen posible que todo funcione.
Hoy, junto a la Virgen de la Cinta, mis palabras, homenaje y gratitud es para vosotros, amigos Pepe y Antonio.
¡BUENOS DÍAS!









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