HUELVA, 16 DE SEPTIEMBRE 2024.
Contra todo pronóstico, la tradicional cobarde actitud de la UE en su posición frente a la dictadura venezolana va a acabar. Borrel, encargado de la diplomacia europea, ha reconocido que el régimen de Maduro es "dictatorial" y, por otra parte, el Parlamento Europeo prepara una resolución contra el chavismo.
El refrán popular explica esta situación, y otras tantas, de la política actual: "te quiero mucho perrito, pero pan poquito". Ni el reconocimiento de Borrel ni la votación en el Parlamento Europeo van a destronar la dictadura en Venezuela. Un dictador tiene tres vías de escape: la muerte natural, la muerte accidental, y la muerte planificada.
La muerte natural, como en el caso español tras la deceso de Franco, suele dar paso a regímenes más democráticos y libres, aunque no en todos los casos. Y parece que Maduro no está aún por la labor de morir, los malvados tienen buena salud. La muerte accidental es otra posibilidad. Unas escaleras mojadas, un accidente de helicóptero, un atragantamiento con una curuba... Poco probable.
Finalmente, la muerte planificada. Esto puede producirse a través de un golpe militar, un atentado, una revuelta, un asesinato... En todo caso, o el dictador muere o huye por miedo a morir. La alternativa a la muerte violenta es el encarcelamiento, con escasísimos casos en la historia. Ni las presiones políticas, ni el aislamiento internacional, ni el bloqueo económico sirve para nada. No hay más que mirar a Rusia, y lo poco afectada que está por estas blanditas medidas de las democracias.
Menos palabras de apoyo a Venezuela, y más acción por parte de aquellos que tienen el poder y el deber de actuar.
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