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Soy un anciano, qué conmovedor Soy un anciano, lo ha dicho la tele.
HUELVA, 16 DE JULIO DE 2025
Domingo, el hombre agredido en Torre Pacheco, tiene 68 años, mes arriba, mes abajo, lo mismo que este cronista. Estimado Domingo, espero que te encuentres bien, mientras escribo, pensando en nosotros, esta crónica de un "anciano".
Esta mañana ha sido en La Sexta (@laSextaTV), de la secta de la verdad, verdadera, donde se ha llamado "anciano" a Domingo. Tendrán, pues, razón. Podrán encontrar, eso sí, similar aserto en otros informativos, otros medios, post y cosas así.
Ya ves Domingo, además de acarrear tu injusta y deleznable paliza, tienes que aguantar que una monísima, jovencísima y, probablemente, inteligentísima periodista, conductor o conductora de debate o analistas nos llamen vejestorio, carcamal o carroza, sinónimos que atribuye la Real Academia a nuestra provecta edad.
Es curioso que estos y estas periodistas que denuncian persecución nazi (mi solidaridad y apoyo), atentos a denunciar (bien hecho) cualquier manifestación de "micromachismo", por muy micro que sea, o cualquier signo de homofobia, bien también; prestos a defender con notable disciplina "woke" cualquier expresión de muliculturalidad (algún matiz igual hacía falta), a escudriñar lo políticamente incorrecto, llamados y llamadas a impedir que las personas con acondroplasia (personas de talla baja) se conviertan en artistas, sean los mismos que llaman "anciano" a una persona de 68 años.
Es probable que esa persona aún no se haya jubilado o haya decidido trabajar cada día, hacerse una crónica, trabajar en algo, ser voluntario o cooperante. Incluso, llevar a sus nietos al colegio, a lo mejor, escribe o habla mejor que esos periodistas.
Lo que sí es seguro es que su bagaje merece ser librado del impropio "edadismo" que subyace en la expresión "anciano", tan antigua como falta de contenido, en estos momentos. Si, Domingo, estamos "recorriendo el último tramo de nuestra vida", pero usado en un medio de comunicación, en esta sociedad modernísima de la muerte, es impropio, incorrecto, peyorativo y despreciable.
Hay que decir que agredir a cualquier persona, hombre o mujer, de veinte o de sesenta años, es un delito grave. Añadir más datos es innecesario. No lo hacen los estimados periodistas para precisar su información, lo hacen por un punto de amarillismo creativo: es muy conmovedor que el agredido sea un anciano que, en el imaginario social, aparece como alguien desvalido y vulnerable.
La agresión a Domingo armó la mundial, ahora digo cuatro cosas sobre el asunto, pero irrita que los poseedores de la corrección política, profetas "woke", antes de que lo "woke" se inventara, se deslicen por el edadismo con tal elegancia.
Pues nada, un delincuente, que resultó ser inmigrante marroquí y que no residía en Torre Pacheco, agredió salvajemente a Domingo. Una panda de nazis y fascistas, que tampoco residen en el pueblo, encontraron la ocasión para ponerle música a la retórica de la deportación. El jefe de Vox se sintió en la obligación de alentar la cultura del odio y las fuerzas de orden les derrotaron. Esta es la verdad del asunto.
Pero si rascamos en el fondo veremos el caldo en el que estos odiosos impresentables cuecen su odio y pretenden extenderlo por donde vayan, al fin y al cabo, son "mala gente que va apestando la tierra"
Tenemos un tipo de inmigración a la que las administraciones dicen proteger, pero no ayudan. Un ministerio que deja en la oscuridad de la noche autobuses de inmigrantes sin avisar, que no mejoran las dotaciones de centros de acogida, que no vigilan la escolarización ni animan al estudio en nombre del respeto cultural, barrios condenados al desempleo perpetuo. Necesitamos atención a la salud.
No son más delincuentes que los españoles, los inmigrantes, las cifras lo dicen, pero la sensación de inseguridad se hace creciente, por formas de violencia que nos eran desconocidas, por concentraciones de poblaciones barriales, por la ocupación de espacios urbanos antes compartidos, etcétera. Quizá haría falta pagar a los guardias civiles un poco más y no dejar a guardias municipales, no preparados para conflictos, enfrentarse a casos como el de Torre Pacheco
Tenemos también, necesidad de la inmigración, por lo tanto, necesidad de regularizar a quienes trabajan y de castigar a quienes delinquen. No delinquen las razas, ni las culturas: solo las personas. Esa es la seguridad que debe atenderse.
Tenemos, también, la necesidad de evitar la invasión ilegal promovida por las mafias. Hay que parar el circuito de pateras, campamentos de inmigrantes, muerte en el mar. Y eso requiere acciones decididas y evitar amenazas, desde las insultantes cartas marroquíes al acoso a las fronteras.
No es un asunto fácil, nadie tiene una solución fácil que proponer. Pero solo a golpe de relato ético y estético y buenismo no resolvemos el problema político que está sufriendo toda Europa.
En fin, pregunten en La Sexta, no hagan caso a lo que dice La Sexta. Quizá a mí se me ocurriera alguna cosa más, pero yo solo soy "un anciano" que no posee la verdad, ellos sí.
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