HUELVA, 23 DE SEPTIEMBRE 2024.
¡Oh, la maravilla de la transparencia gubernamental! Nos encontramos en un momento en que el Gobierno lanza un plan titánico para exigir claridad y apertura a los medios de comunicación. Pero, ¿qué sorpresa? La ministra Yolanda Díaz, la abanderada de la “regeneración democrática”, parece haber olvidado que la transparencia también aplica a su propio ministerio.
Después de recibir un requerimiento del Consejo de Transparencia para desglosar sus gastos publicitarios, Díaz ha decidido hacer lo que mejor sabe: ocultar información. Es casi conmovedor ver cómo ella, defensora de la sanidad pública y la equidad, se convierte en la reina de la opacidad cuando se trata de su propio presupuesto. Es un truco de magia digno de aplausos: “¡Miren, ahora no hay información!”
A lo que nos preguntamos, ¿acaso los fondos públicos son un secreto bien guardado, mientras se exige a los medios que divulguen hasta el último céntimo? Esta hipocresía es, sin duda, un arte en sí mismo. Exigir transparencia a los demás, mientras se refugia tras un manto de silencio, es un acto digno de un verdadero maestro del juego. Así que, ¿cuándo nos desvelará, ministra, la lista de medios que se beneficiaron de su jugosa inversión publicitaria? O, mejor aún, ¿tal vez espera que el resto de nosotros simplemente lo adivinemos? La transparencia, después de todo, tiene un sabor peculiar cuando se trata de políticos.
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